Hoy los cristianos católicos celebramos el primer domingo de Cuaresma.
En la lectura del día en el Antiguo Testamento, escuchamos la historia de por qué Dios creó el arco iris. Después de la “gran inundación”, Dios decidió nunca más destruir la Tierra con tal inundación. Entonces, Dios hizo un pacto con la humanidad y creó un arco iris como recordatorio de esta promesa. Leemos:
“Yo estableceré mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra.” El arco iris, signo de la alianza Dios añadió: “Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra. Cuando cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco entre ellas, me acordaré de mi alianza con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a los mortales” (Génesis 9, 11-15).
A través de los siglos, el arco iris ha sido atesorado como un regalo especial de Dios. Hoy, ese regalo ha llegado a simbolizar el amor, la apertura y la libertad.