En este quinto domingo del tiempo ordinario, leemos la fascinante historia de Jesús bendiciendo a Simón y a sus compañeros pescadores (Lucas 5: 1-11).
Mientras los pescadores limpiaban sus redes después de una noche sin pescar, se encontraron con Jesús. Jesús les dice que regresen al mar y vuelvan a soltar las redes. Simón y sus colegas hicieron lo que Jesús les indicó y, como resultado, capturaron tantos peces que sus redes comenzaron a romperse.
¿Cuál es la moraleja de esta historia? Como Simón, a menudo tenemos un problema en nuestra vida. Probamos todas las soluciones diferentes y ninguna parece funcionar. Solo cuando todas nuestras soluciones fallan, recordamos que nos olvidamos de una cosa importante: pedir ayuda a Dios. Entonces, cuando le entregamos nuestro problema a Dios, se siente como si un gran peso fuera quitado de nuestros hombros. Milagrosamente, el problema se resuelve de una forma u otra, y seguimos adelante con el viaje de nuestra vida.
¿Cuándo fue la última vez que Dios le ayudó a superar un problema que tenía? ¿Se acordó de agradecer a Dios por la ayuda?