Hoy, los cristianos católicos celebramos el Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario. Y, en los Estados Unidos de América, los católicos celebran esto como el Domingo de Catequesis, un día para honrar a quienes enseñan la Fe a niños, adolescentes y adultos.
El trabajo de un catequista es gratificante, pero no fácil. Los catequistas no solo tienen que tener una cantidad increíble de conocimientos, sino que también tienen que ser hábiles para saber cómo transmitir estos conocimientos a personas de diversas procedencias y edades.
En los Estados Unidos, los catequistas son bendecidos con un increíble banquete de bendiciones para ayudarlos: videos, libros, folletos, afiches, computadoras, fotocopiadoras y similares. Pero en los países en desarrollo, los catequistas básicamente no tienen nada, ni siquiera una tiza o una pizarra. Es comprensible, por tanto, que en muchas partes pobres del mundo sea difícil encontrar hombres y mujeres que quieran ser catequistas.
Hoy, la Iglesia Católica en los Estados Unidos honra a esos hombres y mujeres dedicados que sirven como catequistas. Sin ellos, ¿dónde estaría nuestra Iglesia? ¡Gracias catequistas!