En este vigésimo domingo del Tiempo Ordinario, tenemos dos lecturas bíblicas que indican que Jesús fue enviado no solo por los judíos, sino también por los gentiles.
En Romanos (11: 13-15; 29-32), Pablo les dice a sus seguidores gentiles que él es su apóstol, el Apóstol de los gentiles. Les da la buena noticia de que la misericordia de Dios es para toda la humanidad. Aunque estas son “noticias viejas” para nosotros en el siglo XXI, en la época de San Pablo, en verdad fueron noticias sorprendentes, ya que la mayoría de la gente pensaba que el “mesías” sería solo para el pueblo hebreo (judío).
Luego, en el Libro de Mateo (15: 21-28), una mujer no judía se acercó a Jesús para sanar a su hija. Al principio, Jesús dice que fue enviado solo a las “ovejas perdidas de la casa de Israel”. Pero cuando vio cuán grande era la fe de la mujer, le dijo: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Que se haga contigo como quieres.” La hija de la mujer fue sanada desde esa misma hora.