En la lectura de hoy de la Carta de San Pablo a los Filipenses, leemos:
“No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes” (Fil 4: 6-9).
El decimocuarto Dalai Lama dijo: “Sé amable siempre que sea posible. Siempre es posible”. Otros a lo largo de la historia han hecho declaraciones similares sobre la bondad, y muchos han puesto en práctica esta virtud de manera extraordinaria; Me viene a la mente Santa Teresa de Calcuta.
Imagina un mundo donde reine la bondad. Ahora, pongámoslo en acción. Comenzamos con nuestras propias acciones, poniendo la bondad en acción mediante nuestros pensamientos, palabras y acciones. Con suerte, será contagioso.