Mary Clarke era una mujer irlandesa-americana que nació el 1 de diciembre de 1926 en Los Ángeles, California, de Joseph Clarke y Kathleen May Clarke.
De adulta, se casó dos veces, se divorció dos veces y tuvo siete hijos. Vivía en Beverly Hills, California, y su apellido se convirtió en Brenner.
En 1969, cuando tenía cuarenta y tantos años, Mary tuvo un sueño una noche. En el sueño, ella estaba prisionera en el Calvario y estaba a punto de ser ejecutada. De repente, Jesús se le apareció, y se ofreció a tomar su lugar en la ejecución. Ella rechazó su oferta, lo tocó en la mejilla, y le dijo que nunca lo dejaría, sin importar lo que le sucediera. Luego, en la década de 1970, Mary decidió dedicar su vida a la Iglesia, en parte por el sueño.
Como mujer mayor y divorciada, la Iglesia en ese momento le prohibió unirse a cualquier orden religiosa. Entonces, fundó una nueva Orden Religiosa para mujeres mayores a la que llamó Siervas Eudistas de la Hora Undécima (E.S.E.H.). Esta Orden lleva el nombre de San Juan Eudista, un sacerdote francés del siglo XVII que fundó la Congregación de Jesús y María, más conocida hoy en día como Los Eudistas.
En 2003, el Obispo de la Diócesis de Tijuana, México, Rafael Romo Múñoz, aprobó su Orden.
Mary Brenner se hizo conocida como Madre Antonia, y dedicó su vida al cuidado de los presos de la notoria prisión de La Mesa en Tijuana. No solo sirvió a los hombres allí, sino que eligió vivir en la prisión misma. Los prisioneros la querían y la honraban, y siempre podían contar con su ayuda. Con el tiempo, se hizo conocida como The Prison Angel. De hecho, dos periodistas ganadores del Premio Pulitzer, Mary Jordan y Kevin Sullivan, escribieron un libro sobre su vida llamado El Ángel de la Prisión. En 2010, Estudio Frontera estrenó una película sobre su vida llamada La Mama: La vida de una monja americana en una prisión mexicana. La película tardó cinco años en realizarse.
La Madre Antonia murió en Tijuana el 17 de octubre de 2013 a la edad de 86 años.
Hay dos cosas importantes a tener en cuenta sobre la historia de la Madre Antonia. Primero, puso su fe en acción. Eso es lo que todos los cristianos católicos están llamados a hacer.
Segundo, ella no permitió que su edad se interpusiera en su servicio al Señor. A menudo, la Iglesia Católica ha rechazado por error a hombres y mujeres mayores que deseaban servir como sacerdotes, hermanos o hermanas religiosas. La vida de la Madre Antonia muestra que tal rechazo es a menudo un gran error.