Desde 2017, los cristianos católicos celebran el Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario como la Jornada Mundial de los Pobres. El Papa Francisco creó esta celebración anual para recordarnos nuestro deber, como seguidores de Jesús, de cuidar de los pobres. Lo hacemos poniendo en acción las obras de misericordia corporales y espirituales.
Ayudamos a los pobres recordando que la pobreza tiene aspectos tanto agudos como crónicos. Las necesidades urgentes incluyen alojamiento, alimentos y atención médica. Las necesidades crónicas incluyen buenas oportunidades educativas y empleo decente.
Evidentemente nadie puede hacer todo por todos. Pero si tomamos conciencia de los pobres, cada uno de nosotros puede hacer su parte no sólo para ayudar a los necesitados, sino también para apoyar a quienes tienen el poder y los recursos para eliminar las fuentes de la pobreza.
La foto que se muestra arriba es de una casa en la comunidad Reitoqueña de Santa Cruz. Afortunadamente para la pequeña familia que vive aquí, el Rotary Passport Club 7730 pudo comprar materiales para conseguir un techo nuevo para la casa.