Hoy, los cristianos católicos celebramos el cuarto domingo de Adviento. Si tienes la tradicional corona de Adviento Católico, encenderías las cuatro velas en este día: 1 vela rosadas y la 3 velas moradas.
En el Evangelio de hoy, leemos:
“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: ‘¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo’. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: ‘No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin’.
María dijo al Angel: ‘¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?’. El Angel le respondió: ‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios’.
María dijo entonces: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Angel se alejó'” (Lucas 1: 26-38).
Aunque Mary no sabía lo que le esperaba para su vida, sabía que Dios le pidió que lo siguiera, por lo que ella dijo “Sí”. Nosotros, no menos que María, también somos del Señor, por lo que también debemos decir “sí” a cualquier camino que Dios elija para que sigamos.