Josefa Naval Girbés nació el 11 de diciembre de 1820 en la localidad de Algemesi, veinte millas al sur de Valencia, España, la mayor de seis hermanos. Ella asistió a la escuela de un vecino. Allí aprendió a leer, escribir y bordar. Además, llegó a ser muy conocedora de su fe cristiana católica.
Cuando Josefa tenía 13 años, su madre murió. Y, como Josefa era la mayor de los niños, tuvo que dejar la escuela para ayudar a su padre a criar a los otros niños.
A medida que fue creciendo, Josefa eligió a su párroco, el P. Gaspar Silvestre, como su director espiritual. Y, cuando cumplió 18 años, decidió hacer voto de castidad para poder dedicar su vida a Cristo en el estado de soltería.
A la edad de 30 años, Josefa avanzó profundamente en su vida espiritual. Esto no sólo por la orientación que le dio su párroco, sino también por sus extraordinarias virtudes y conocimiento de la Fe.
Josefa también fue moldeada por los escritos de santos carmelitas descalzos como Juan de la Cruz y Teresa de Ávila. Su atracción por estos santos se debió al hecho de que en algún momento de su vida adulta se había convertido en miembro seglar de la Orden Carmelita Descalza.
Aunque su nombre era Josefa, todos la llamaban Señora Pepa, o simplemente Pepa. Y como muchos cristianos católicos que viven en el estado soltero, Pepa quería dar su tiempo y talento a los demás.
Para ello, Pepa empezó dando clases de bordado a las jóvenes de su pueblo. Sin embargo, además de enseñarles a bordar, también las ayudó a apreciar la lectura espiritual y la conversación. Pronto, la casa de Pepa se convirtió en un lugar no solo para practicar el bordado, sino también para aprender sobre las virtudes. Además, animó a las mujeres a involucrarse en su parroquia, y desarrolló un catecismo básico para enseñar a las mujeres sobre la oración. En definitiva, el lugar de Pepa pasó a ser conocido como una especie de noviciado para preparar a las jóvenes para ser esposas, madres, o religiosas. Es importante añadir, aquí, que todo este trabajo apostólico que hizo Pepa fue bajo la dirección de su director espiritual, su párroco.
Finalmente, cuando su casa se hizo tan popular que ya no podía albergar a todas las mujeres que querían aprender de ella, una familia le regaló a Pepa un campo de naranjos. Poco a poco, más y más mujeres acudían al naranjal para aprender de Pepa.
Cuando cumplió 65 años, Pepa y algunos de sus seguidores se dedicaron a ayudar a cuidar a las víctimas de una epidemia de cólera.
Pepa murió de un paro cardíaco el 24 de febrero de 1893. La Orden de las Carmelitas Descalzas accedió a su petición de ser enterrada con el hábito de carmelita descalza.
El 25 de septiembre de 1988, el Papa San Juan Pablo II beatificó a Josefa Naval Girbés. La fiesta de la Beata Josefa es el 24 de febrero.