En este tercer domingo de Cuaresma, escuchamos, en el Evangelio de Juan (4: 4-42), la historia a menudo llamada “La mujer junto al pozo”.
En la historia, Jesús estaba pasando por un pueblo samaritano y llegó al pozo de Jacob. Allí, le pidió a una mujer samaritana que le diera de beber. Este fue un comportamiento muy inusual, ya que los judíos y los samaritanos no interactuaban entre sí.
Pero Jesús y la mujer comenzaron a hablar, y Jesús le habló del “agua que da vida”. A medida que avanzaba la conversación, la mujer llegó a creer que Jesús era el Mesías tan esperado.
La mujer, emocionada con esta intuición, difundió la buena nueva a los demás. Pronto, otros samaritanos llegaron a creer en Jesús como el “salvador del mundo”. La mujer del pozo, cuyo nombre nunca se menciona, puede decirse que es una de las primeras misioneras de la Iglesia.