En este Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario, leemos esto del Evangelio de Lucas:
“En aquel tiempo el Señor designó a otros setenta y dos, a quienes envió delante de él de dos en dos a cada ciudad y lugar que él pensaba visitar. Él les dijo: ‘La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha. Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a saludar a conocidos. Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: ¡La paz sea en esta casa! Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes’” (Lucas 10, 1-6).
Hoy, 21 siglos después, todavía escuchamos las palabras: “La cosecha es abundante pero los trabajadores son pocos” cuando se trata de vocaciones al sacerdocio ordenado. La parroquia de San Francisco de Asís en la que sirvo, por ejemplo, cubre 250 millas cuadradas de montañas, tiene 87 iglesias y unos 50.000 feligreses. Para servir a la gente, cada una de las iglesias de la parroquia tiene Delegados de la Palabra que llevan a cabo los servicios de Liturgia de la Palabra todos los jueves y domingos. Hay cuatro sacerdotes ordenados para las 87 iglesias.
Algunos se preguntan si es cierto que los “obreros son pocos”. Tal vez, los trabajadores ya están aquí, pero no son bienvenidos para servir como sacerdotes ordenados debido a las reglas creadas por los humanos. Quizás cuando los líderes puedan leer la “señal de los tiempos” y escuchar al Espíritu Santo, los trabajadores entre nosotros podrán tomar posiciones en la Iglesia que actualmente están cerradas para ellos. ¿Quién sabe? Dios sabe.
La foto de arriba muestra al P. Carlos Lagos (izquierda) y el P. Sebastián Cruz frente a la Iglesia de San Lorenzo en Alubarén en la fiesta de San Lorenzo, 10 de agosto. P. Carlos es el párroco de la parroquia, y el P. Sebastián es uno de los tres vicarios parroquiales.