En este domingo 18 en el tiempo ordinario, escuchamos a Jesús hablando con sus discípulos (Juan 6, 24-35). Los discípulos querían saber qué podían hacer para lograr la “obra de Dios”. Jesús les dijo que podría hacer esto al creer en el que Dios envió. Entonces, los discípulos pidieron una señal, señalando que sus antepasados tenían maná en el desierto.
“Jesús respondió: ‘Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo’.
Ellos le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan’. Jesús les respondió: ‘Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed’” (Juan 6, 32-35).
Durante más de 2.000 años, los cristianos católicos han atesorado las palabras de Jesús al seguir a Jesús y su mandato de “Tomar y comer” y “Tomar y beber” su Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión.
En la foto de arriba, vemos al p. Gustavo González, ex párroco de nuestra parroquia de San Francisco de Asís, con un grupo de jóvenes que acababan de celebrar su Primera Comunión en la Eucaristía (Misa) en su iglesia de San Martín de Porres en Cacaguá, una comunidad de Curarén.