En este Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, leemos este mensaje de Jesús:
“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras” (Mateo 16: 24-27).
El mensaje de Jesús nos recuerda la naturaleza fugaz de este mundo y la vida eterna por venir. Nuestras “cruces” se refieren a los problemas y desafíos diarios y responsabilidades que tenemos en esta vida. Nuestra tarea, como cristianos, es acercarnos a estas “cruces” con gracia, haciendo lo mejor que podamos con lo que tenemos a nuestra disposición, y recordando siempre pedirle a Dios que nos ayude en nuestro camino.
La cruz de arriba es del área del altar de la Iglesia de Santa Cruz en la comunidad de Reitoca, FM, Honduras de Santa Cruz.