En este Domingo Vigésimo Segundo del Tiempo Ordinario recibimos dos hermosos mensajes sobre la virtud de la humildad.
En el Libro del Eclesiástico, por ejemplo, escuchamos: “Hijo mío, actúa con tacto en todo, y serás amado por los amigos de Dios. Mientras más grande seas, más debes humillarte; así obtendrás la benevolencia del Señor” (3: 17-18).
Y en el Evangelio de San Lucas, Jesús también nos llama a ser humildes. Para hacer eso, nos dice que nunca elijamos sentarnos en un lugar de honor en un banquete de bodas. Más bien, toma un asiento más humilde. Entonces, si el anfitrión quiere que vengas a un lugar más alto, serás honrado. Pero si eliges un lugar más alto y el anfitrión te pide que te mudes a un lugar más bajo, serás deshonrado. Jesús resume su enseñanza sobre la humildad diciendo: “Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado” (Lucas 14: 11).