En este Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario, se nos trata con las hermosas palabras de San Pablo en su Primera Carta a los Corintios. De todos los pasajes de las Escrituras, este es uno de los más populares, si no el más popular, elegido por las parejas para su ceremonia de boda.
Después de ensalzar las diversas cualidades de la virtud del amor, Pablo resume sus pensamientos sobre el amor diciendo: “Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza, y el amor; las tres, per la mayor de estas tres es el amor” (1 Col 13, 13).
La gran pregunta es esta: “¿Qué es el amor?” Cuando hablamos de “amar” a los demás, como nos “amamos” a nosotros mismos, queremos decir que deseamos lo mejor para los demás y para nosotros mismos. Eso lleva a la conclusión lógica de que, como cristianos católicos, oramos para que Dios salve a todas las personas: a todos los que alguna vez vivieron; todos los que viven hoy; y todos los que alguna vez vivirán en el futuro. Le pedimos esto a Dios con valentía porque en la cosmovisión cristiana católica, el amor y la misericordia de Dios no tienen límites. En esta cosmovisión, con Dios, todas las cosas son posibles. Y en esta cosmovisión, Dios nos ha dicho “pide y recibirás”.