En este Sexto Domingo del Tiempo Ordinario leemos lo siguiente de San Pablo:
En resumen, sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios. Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse. Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo (1 Cor 10:31 – 11:1).
Hacer todo para la gloria de Dios es un gran desafío para cada uno de nosotros, pero todos estamos llamados a hacer precisamente eso. Sin embargo, cuando escuchamos tales enseñanzas, podemos sentirnos abrumados. Porque si realmente te detienes y piensas en lo que Pablo está diciendo, te darás cuenta de que nos está diciendo que debemos ser “buenos” cada hora que estamos despiertos.
Una forma de abordar este tipo de enseñanza es hacerla menos abstracta. Santa Teresa, la Pequeña Flor, hizo precisamente eso. Lo llamó el “pequeño camino de la espiritualidad”, haciendo las tareas cotidianas lo mejor que podía. Entonces, por ejemplo, si estaba lavando platos, lo hacía lo mejor que podía para la gloria de Dios. Nosotros también podemos hacer lo mismo. Además de esto, agregaría “sé amable” con todos los que conocemos. Piensa en esas dos cosas y cómo se aplican a tu vida. Te garantizo que nunca te aburrirás, ya que cada día será un desafío emocionante.