En este sexto domingo del tiempo ordinario, nos encontramos con lo que ha sido etiquetado como “El Sermón de la Llanura” (Lucas 6: 20-26).
En este pasaje, Jesús se dirige a los apóstoles, a muchos de sus discípulos y a visitantes de todas partes. Les dice que los pobres, los hambrientos y los que lloran son bendecidos. También lo son los odiados por seguir a Jesús. Les dice que se regocijen, porque su recompensa será grande en el cielo.
Por otro lado, les dice a aquellos que están viviendo una buena vida aquí en la tierra, que tendrán malos momentos en el futuro.
Este mensaje ciertamente está en armonía con el amor de Jesús por los pobres. Pero, ¿significa que aquellos que son ricos o felices en esta vida están condenados? No lo creo. Después de todo, los cristianos católicos rezan para que todas las personas se salven, porque con Dios todo es posible.
Sin embargo, sí significa que aquellos que han sido bendecidos materialmente en esta vida están llamados a ser especialmente generosos. Este es un asunto serio. Porque Jesús fue muy claro cuando dijo: “Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho, y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas” (Lucas 12:48).
A medida que continuamos nuestros viajes de vida esta semana, sería bueno preguntarnos cuán generosos somos con nuestro tiempo, talento y tesoro.