La heroína misionera de hoy es inusual en muchos sentidos, entre las que destaca el hecho de que la mayor parte de su trabajo misionero se realizó desde su cama. Su nombre era Anna.
Anna Schaffer nació el 18 de febrero de 1882 en Mindelstetten, Baviera, Alemania. Cuando murió su padre carpintero, la familia vivía en la pobreza. Anna abandonó la escuela y se convirtió en empleada doméstica para ayudar a su familia en apuros.
Desde su adolescencia, Anna sintió el llamado a ser una Hermana misionera algún día. Sin embargo, para ayudar a que eso fuera posible, tuvo que trabajar para ahorrar suficiente dinero. Cuando tenía dieciséis años, informó que tuvo una visión de Jesús. Le dijo que estaba destinada a una vida de dolor.
El 4 de febrero de 1901, cuando Anna tenía casi 19 años, se resbaló y se cayó mientras volvía a colocar una chimenea en una lavandería. Cayó en una máquina de líquido hirviendo, quemándose las piernas. Tuvo más de treinta operaciones en sus piernas, pero no tuvieron éxito. Por lo tanto, estuvo postrada en cama hasta su muerte a la edad de 43 años.
Desde su cama, Anna comenzó su vida misionera. Por ejemplo, la gente de su pueblo comenzó a visitarla, porque ella los consolaba. Su bondad y compasión se hicieron conocidas. Además, siempre que la gente le escribía, ella nunca dejaba de responderles con una carta de aliento. Además, teje ropa para sus amigas. Consideraba su sufrimiento, su escritura y su tejido como las “llaves” para entrar al cielo. Su fuerte vida de oración, su amor a Cristo y la comunión diaria fueron los motores que hicieron que su fe fuera sólida.
Anna también era conocida como mística. Cuando recibiera la Sagrada Comunión, que era todos los días, trascendería su sufrimiento. Una vez escribió: “No puedo escribir con bolígrafo lo feliz que soy cada vez después de la Sagrada Comunión. Ah, me olvido de mi sufrimiento terrenal y el anhelo de mi pobre alma me lleva a cada momento a adorar a mi Dios y Salvador escondido en el Santísimo Sacramento”.
En 1910, Anna afirmó tener varias visiones de San Francisco de Asís. Y como él, le dieron los estigmas, las cinco llagas de Cristo, y a menudo tenía visiones que la transportaban al éxtasis. Además, Anna pudo haber tenido el don de la bilocación, pudiendo estar en más de un lugar a la vez. La gente informó haberla visto en muchos lugares diferentes sirviendo a los pobres y enfermos, aunque su cuerpo nunca abandonó su cama. Anna murió de cáncer el 5 de octubre de 1925.
El Papa Juan Pablo II, en su beatificación en 1973, resumió la vocación misionera de Ana de esta manera: “Su lecho de enfermo se convirtió en la cuna de un apostolado que se extendió por todo el mundo”. El Papa Benedicto XVI canonizó a Ana en 2012. La fiesta de Santa Ana Schaffer es el 5 de octubre.
El cuaderno de St. Anna Shaeffer es Pensamientos y recuerdos de mi vida de enfermedad y mi anhelo por la patria eterna.