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Matteo Farina nació el 19 de septiembre de 1990 (mil novecientos noventa) en Avellino, Italia y creció en Brindisi. Fue el segundo de dos hijos de padre empleado de banco y madre ama de casa. A lo largo de su vida estuvo muy unido a su hermana Erika.
Al igual que su padre, Matteo desarrolló un amor por la música. De hecho, podía tocar varios instrumentos musicales y, cuando era adolescente, él y algunos de sus amigos formaron una banda llamada “No Nombre”. Sus amigos a menudo lo llamaban “el moralizador”, porque con frecuencia, hablaba de cosas religiosas, y buscaba mantener la paz donde encontraba conflicto.
Matteo también amaba la química, y pensó que cuando llegara el momento de ir a la universidad, podría especializarse en ingeniería ambiental. En la escuela, también estaba encantado con la tecnología de la información.
Aunque Matteo amaba la música, la tecnología y la ciencia, su principal amor era su fe religiosa y su espiritualidad. Se sintió especialmente atraído por los santos, y las personas en proceso de santificación, más cercanas a su edad. Por ejemplo, amaba los escritos de la carmelita descalza francesa, Teresa de Lisieux, también conocida como “La pequeña flor”, quien murió cuando tenía solo 24 años. Asimismo, se sintió atraído por la vida de Beato Pier Giorgio Frassati, campeón de la religión católica. acción social y patrono de la Jornada Mundial de la Juventud, quien también falleció a los 24 años. Asimismo, le intrigaba Santa Gema Galgani, mística italiana fallecida a los 25 años.
Pero Matteo amaba a otros dos santos que no eran tan jóvenes cuando murieron: San Francisco de Asís y San Pío de Pietrelcina, más conocidos en todo el mundo como “Padre Pío”. De hecho, cuando tenía nueve años, Matteo tuvo un sueño en el que el Padre Pío lo visitaba, y le contaba el secreto de la evangelización. Este “secreto” era hacer felices a los demás o, más exactamente, traer alegría. Según Matteo, el Padre Pío le dijo: “Si lograste entender que quien está libre de pecado es feliz, entonces tienes que enseñárselo a los demás, para que podamos ir todos juntos felices al reino de los cielos”. Matteo quería hacer eso infiltrándose en la vida de los jóvenes como un virus, e infectándolos con una enfermedad incurable: el amor. Eso es lo que vio como su vocación.
Matteo describió su misión de esta manera: “Dios mío, tengo dos manos, haz que una de ellas esté siempre unida a ti para tenerte más cerca en cada prueba. Y que la otra mano caiga por el mundo si esta es tu voluntad… como yo te conozco por los demás, que los demás te conozcan a través de mí. Quiero ser un espejo, lo más claro posible, y si esta es tu voluntad, quiero reflejar tu luz en el corazón de cada hombre. Gracias por la vida. Gracias por la fe. Gracias por el amor. Soy tuyo.”
Matteo leía las Escrituras todos los días y rezaba el rosario, se confesaba cada semana, y asistía a misa. También tenía pasión por las misiones en el extranjero, y usaba sus ahorros para enviar a los pobres en la nación africana de Mozambique.
Sin embargo, cuando tenía 13 (trece) años, comenzó a experimentar dolores de cabeza y problemas de visión. Una biopsia cerebral mostró que tenía cáncer cerebral. Durante los siguientes seis años, Matteo fue tratado por cáncer. Durante este tiempo, se mantuvo alegre y positivo en su perspectiva. En 2007 (dos mil siete), comenzó a salir con una joven llamada Serena a quien describió como “el regalo más hermoso que el Señor podría dar”. Estuvieron juntos hasta su muerte a la edad de 18 (dieciocho) años.
Matteo falleció el 24 de abril de 2009 (dos mil nueve). Fue declarado Venerable en mayo de 2020 (dos mil veinte).
