En la lectura del Evangelio de hoy de Mateo, Jesús dice:
“El que te recibe, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Quien reciba un profeta porque es un profeta recibirá la recompensa de un profeta, y quien reciba a un hombre justo porque es un hombre justo recibirá la recompensa de un hombre justo. Y quien quiera que le dé solo una taza de agua fría a uno de estos pequeños para beber porque el pequeño es un discípulo, amén, te digo, seguramente no perderá su recompensa”(10: 40-42).
Los cristianos hacen buenas obras porque es un mandamiento de Jesús: alimentar al hambriento, vestir al desnudo, consolar al afligido, etc. No debemos hacer buenas obras para ser recompensados. Sin embargo, es reconfortante saber que la recompensa es parte del plan de Dios para nosotros. La maravillosa noticia para cada uno de nosotros es que todos tenemos mucho que dar: tiempo, talento y/o tesoro.
¿Qué tienes que dar hoy?